Cruz Azul: Sin Títulos, Sin Técnico, Sin Estadio… y Sin Vergüenza

Por Aldo Quiroz

Martín Anselmi ha tomado la decisión correcta. Se va a dirigir al Porto de Portugal, un gigante histórico del fútbol europeo. Para mí, una gran decisión: mil veces mejor dar el salto a Europa que quedarse en la Liga MX al mando de un equipo tan salado como Cruz Azul. Su sueño de triunfar en México se queda en el camino, pero no por falta de capacidad, sino porque dirigir a este club es navegar un barco que se tambalea desde hace años, con una directiva que parece empeñada en hundirlo aún más.

La realidad de Cruz Azul es tan absurda que parece un mal chiste. Una cementera que no puede ni construir su propio estadio. Una institución cuyo ex presidente, Billy Álvarez, fue acusado de crimen organizado, dejando al club con un legado de desorden administrativo y escándalos.

No olvidemos las tantas finales perdidas que definieron una era. No una ni dos, sino toda una colección de humillaciones que se quedan grabadas en la memoria de su fiel afición. Y como si no fuera suficiente, ahí está el América, el eterno verdugo que parece tener en Cruz Azul a su cliente favorito. Las remontadas épicas que las Águilas les han recetado, especialmente en momentos cruciales, son capítulos que deberían estar prohibidos para cualquier fanático celeste con problemas del corazón.

El caos y el drama no se detienen ahí. Basta con recordar el secuestro de su técnico Rubén Omar Romano, una de las historias más trágicas y surrealistas del fútbol mexicano. Es un episodio que habla no solo de los desafíos de dirigir a Cruz Azul, sino también del aura de inestabilidad que parece rodear al club en todo momento.

Hoy, Cruz Azul no tiene técnico, no tiene estadio y, lo más importante, no tiene identidad. Lo que alguna vez fue un club grande ahora es un caso de estudio sobre cómo convertir la mediocridad en una constante. La institución ha gastado millones en refuerzos y técnicos, solo para ser el hazmerreír de la liga.

¿Y qué queda para la afición? Una base de seguidores fieles, que no importa cuánto los humillen, siempre están ahí, esperando un milagro. Pero, ¿cómo exigirles más paciencia? La grandeza no se mide solo por el pasado, sino por lo que haces con él, y Cruz Azul, al parecer, lo ha olvidado por completo.

Martín Anselmi hará bien en buscar éxito en el Porto, lejos de esta institución que parece condenada a su propia incompetencia. Dar el salto a Europa es una decisión inteligente y necesaria para su carrera. Cruz Azul no solo está perdido, está atrapado en un ciclo de fracasos, escándalos y vergüenza. La pregunta sigue en el aire: ¿hay esperanza para este equipo? Y si la hay, ¿quién será el valiente que se atreva a rescatarlo? Porque, por ahora, Cruz Azul no tiene rumbo, y mucho menos, dignidad.

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